Eran otros tiempos. La
tecnología todavía no avasallaba a las multitudes ni esclavizaba sus
voluntades. Los teléfonos eran fijos, armatostes con timbres relumbrantes y
marcación de rueda. Las horas se consumían con la cadencia propia de una
juventud que mantenía sus anhelos en querer seguir creciendo, una pretensión
que se alargaba, casi siempre, hasta formalizar una relación sentimental
delante de un altar. Aquella ambición era la sintomatología que nos descubría
como cristianos en nuestra infancia.
Eran 40 dias convocados a
la palabra y vida de Jesus, tiempo de abstinencia donde todo transcurría con
más calma, y mucha menos prisa. Poquito pero bueno. Y de lo bueno saboreándolo.
Éste es el sentir de la Sevilla romana cimentada en sus pueblos Andalusí. Basta
una mirada para descubrir sus esencias, para desentrañar cualquier duda.
Tiempos de verdadera FE y que hoy dia se presentan con este fondo de armario de
la ciudad, el ropero que nos anuncia las fiestas venideras del 2017 y que gusta
más, imaginándose en blanco y negro. Después que cada uno le de color. Pues
aunque sea el mismo para todos, cada individuo le da una tonalidad mezclada con
sus recuerdos.
Las
túnicas prendidas, dispuestas para ser revistadas, esperando las andanadas de
incienso que las perfumaran, los Via Crucis de antesala, que realmente es donde
se mantiene viva la esencia. Los signos de la nostalgia, de los recuerdos, oraciones que surcan del silencio beato. Porque
Dios se muestra en el corazón de los sevillanos en los sagrarios, recordándonos
Su presencia entre nosotros, pero también en cualquier esquina de esta Ciudad
para inundarla de anhelo.
Como
los sentimientos que arañan tu interior, abriéndote los sentidos, sintiendo el
amor y la tradición cada día de cuaresma. Espiritualidad, alegría, pena y
emociones. Tradiciones y vivencias de la gente de Sevilla. Recuerdos y
nostalgias que siguen latentes de una Sevilla antigua, ahora ya masificada de contaminación
tecnologica.
Hay
momentos que nos siguen retrotrayendo a la infancia, abriendo los arcones de la
memoria, con su encanto de lo ya vivido. Y siempre El dictado
del corazón acaba sucumbiendo a la naturaleza de lo evocado. Sigo paseando por
las casas de mis abuelas, llegando hasta la cocina, dando un pellizco a los pestiños
que estaban recién hechos con un olor inconfundible de los manjares
cuaresmales. Respondiendo a la sonrisa que me desprendían a cada instante mis
familiares. Ahí estaba la pureza de la vida.
Eran Semanas Santas más
austeras, pero idearios de valores. Ahora parece que todo lo que se hizo
entonces, no tiene ningún precio, o más bien, ahora todo contiene un precio
cofrade. Tal vez sea necesaria la
reforma de algunos artículos constitucionales en el corazón del buen nazareno
Anonimo. Eran otros tiempos. Las ideas prevalecían sobre los intereses.
Hoy día, queda vivir el
tiempo de espera con la máxima pasión que te enseñaron y que llevas en tu
interior. Vívelo y saboréalo, como tú solo sabes. Sin banalidades, ni tópicos.
Con juicio y simbolismo. Con entusiasmo y Fe. Como se vive en Sevilla. De
sevillanas maneras.