Fue introducido en 1899 por el novillero valenciano,
de poca fortuna, D. Tancredo López. Consistía en esperar al toro a la salida de
chiqueros, sobre un pequeño pedestal colocado en el centro del ruedo, vestido
completamente de blanco y con ropa de época. Supuestamente los bríos del animal
en su embestida quedarían contenidos si era capaz de mantener quietud y calma
máxima, hasta hacer creer a la bestia que estaba en presencia de una estatua de
piedra y que debía buscar pelea a otras zonas del coso.
Don Carnal, hombre mundano y amante de los
placeres, es retado por doña Cuaresma a
sostener una batalla que tendrá lugar al cabo de una semana; el reto ha sido
lanzado el jueves anterior al día que hoy conocemos como Miércoles de ceniza.
Una vez cumplido el plazo, don Carnal y
su ejército de bueyes, cerdos, gallinas, becerros y cabras se enfrentan en
campo abierto a doña Cuaresma y
su legión de vegetales y mariscos. Luego de un día de confrontación más o menos
aparejada y de que ambos contrincantes se han retirado a sus respectivas
tiendas, don Carnal,
fiel a sus excesos, decide celebrar un fastuoso banquete que le produce, tanto
a él como a los suyos, una pesadez y un sueño incontrolables. Doña Cuaresma, aprovechando esta inmejorable
situación, entra por la noche al cuartel de su enemigo y, sin dificultad
alguna, lo somete y lo aprisiona.
Con la alegoría de
Arcipreste de Hita se une otro protagonista en esta Cuaresma del 2021. Don Tancredo,
donde toda Sevilla juega a quedarse quieto. Aunque esto ya se hizo en el 2020.
Ahora la versión es peor, pues en esta cuaresma el juego es como Doña Tancreda,
que fue la propia mujer de Don Tancredo, pero a ella si le cogió el toro. Esposa
de Don Tancredo, que lo quiso emular, pero al sufrir el primer percance grave
desistió del intento.
Pues justamente eso
estamos viviendo en Sevilla y todo lo que sea sus tradiciones. Y es lo que
ocurre cuando se interpreta a Doña Tancreda. Nuestra fiestas primaverales deberían
de tener otra apuesta, diferentes modalidades ya planteadas e innovación para
adaptarnos a los tiempos. No se habla nada de Semana Santa y menos de feria con
el abono taurino. Cierto es, que este año la empresa pages esta moviendo hilos
para tener toros en la Maestranza. Pero todo muy en el aire, bien por temas burocráticos
y sin ningún rumbo fijo. Mas de lo mismo…Doña
Tancreda. Y de la feria se escuchan solo rumores cuando falta muy poco para la
fecha señalada. Está todo paralizado : cultos
suspendidos, o absurdamente aplazados, y de montar pasos ni les cuento.
A todo esto sin chispa, ni el ingenio y naturalidad de otros siglos. Donde
Sevilla siempre fue pionera.
Se asistió a un absurdo Vía Crucis del
Consejo de HH y CC de Sevilla tancredista, pues el Cristo de la Corona no se
movió en ningún momento , mientras en capitales de hermanas provincias
andaluzas, ya los han celebrado presidido por un Sagrado Titular portado en
parihuela por las naves catedralicias . Nosotros tenemos la mayor Catedral del
mundo. Un Vía Crucis inmóvil es una contradicción en si mismo. Demasiadas
contradicciones en todas nuestras tradiciones.
Nuestra Semana Santa reducida, a museos y
bordados descontextualizados de su finalidad y conjunto. Aunque algún sabor nos
llevamos. Proyecciones de películas, y algún
que otro concierto . Iglesias vacías de prohibidos altares de cultos, molestísimos
pasos y presbiterios muy despejados, donde tendrán todo el terreno despejado el
famoso Triduo Pascual para el que tenga bien a ir para mitigar el mono
cofradiero, donde dudo mucho que lo consiga .-
Mientras, en algunas capitales y ciudades de Andalucía se plantean muy
seriamente entronizar sus Sagrados Titulares en sus pasos para Semana Santa ,
dándonos una enorme lección de como nosotros deberíamos haberlo enfocado desde
un primer momento. Echo de menos esas antiguas “levantas” que se hacían
dentro de la iglesia al compas de una saeta o trio de capilla.
Un sinfín de ideas y proyectos adaptados
que nos harían falta para mitigar la situación actual en todo lo que ha de venir.
Y así sigue Sevilla de forma Tancreda.
Quiero que la Ciudad siga siendo la de
siglos anteriores. La que despertaba los sueños. Ahora que la primavera se presenta en
los filos de la ventana y su clara luz va apoderándose de la estancia donde la
vida se recrea y golpea la añoranza con la tibieza evocada del caudal cascada sol
que nos baña, y nos confunde y nos derrumba
al aura que va mostrando un tiempo que nunca pasa, que siempre queda en
nosotros, aunque la edad nos señala y limita la aventura de fiebre imaginaria,
del dolor que nos causa la alegría que se prende en las entrañas y nos eleva a
la dicha de sabernos inmortales en el primor de una mirada, en una noche de cuaresma
o en una mañana de pasión. Que nada nos sobrevive salvo el recuerdo, seguir teniendo
el duende retenido en la memoria y expresarlo como siempre se hizo anclandose en el fondo del alma, de la vida
que nos sucede con la sangre que se hereda.
Despertar y
que siga siendo Sevilla “la de los sueños” dando vida. Necesito y necesitamos
envolver esta nostalgia que yace en mi espíritu, reconfortar la ansiedad que
promueve y decanta esta sensación que nos hiere. Explicar las ausencias de las
palabras que pudieran apaciguar las aguas del dolor. Seguir siendo la fragua de
la juventud buscando los derroteros del tiempo.