Habita en la noche, recelo de su belleza, el aura de la luna
para parecer más hermosa, con una brisa primaveral para desprenderse de las
tinieblas de estos tiempos pasados, convirtiéndose en dislate la locura de un
amor que se antojaba imposible. Sevilla volvió a disfrutar la Semana Santa en
la calle. Emocionándose con sus callejones, vertiendo el cósmico argénteo sobre
la espesura oscura que se apoderaba en nuestro ser.
Envidiaba la mañana el aire de madrugada porque sus manos podían
robar caricias que se reflejaba en la alborada. Cuántos anhelos perdidos,
cuántos sueños inalcanzados, cuantas ilusiones despojadas guardados en el
firmamento. Detalles como los de Maria del Mar (futura directora) banda Tejera
con un lazo en su pelo con la leyenda: Dona Vida. Comprobar los dibujos en las
calles de las ceras en su transitar nazareno. Tapiz de metales y brillos
estelares que habita frisado con la única ilusión de dar sonido a Sevilla.
Poder acariciar el manto para posar un beso mientras se aleja al son del rachear
del costalero. Cada estrella era un beso que se quedo en el tiempo, cada lucero
una sonrisa de nuevo para enamorarla.
La espera nos estaba
forjando, a golpe de emociones, el conocimiento de la verdad, en los
enrevesados secretos que esta ciudad cada primavera te entrega.
El resplandor de la
candelería vino a destrozar aquel muro de oscuridad que habitaba con nosotros,
a perforar las entrañas para volver…aunque nunca nos fuimos de lo que eran
nuestras tradiciones. Destapando de nuevo el tarro de las esencias, para dejar
al descubierto la magia de nuestros ritos; a mostrarnos los misterios dolorosos
de Maria y comprobando que Dios muere en Sevilla de la forma más bella. Dibujar
de nuevo una voz honda, que viene a quebrar el recuerdo, rasga la noche desde
un balcón y el cante se torna en bálsamo y remedio para nuestra angustia con
saetas para el recuerdo.
Siempre un
resplandor de ceras y platas, de nazarenos altivos y humildes, de familias
entregadas a los sueños que arrebatan esos ojos perdidos en la inmensidad de su
cara, del dolor que se estremece cuando vuelve a su morada entre los sones
inmensos que Gómez Zarzuela, Farfán o Font de Anta despojara a las mismas musas
que bordan los pentagramas y posar sobre sus lienzos las notas de las marchas que
dan vida.
Y
la Hdad. De San Bernardo volvió a dar vida al aniversario de Pepe Luis Vazquez.
Pues como dijo Bequer sacar del rincón de la memoria…para no ser el olvido que
seremos. Pepe Luis Vazquez gran propulsor de la Hdad y gran torero de Sevilla
con el sello de Sevillania, fue recordado con el palio de la Virgen del Refugio
con un pasodoble titulado “Fiesta Taurina”. El único pasodoble que ha sonado en
esta Semana Santa uniendo la dualidad de la Ciudad. Así mismo la Virgen en su
palio llevaba la saya que fuese donado por el propio Pepe Luis de un traje de
torear suyo.
Con motivo del aniversario hasta el 15 de mayo en el Ayuntamiento
de Sevilla pueden ver una exposición dedicada a su vida donde tiene cuatro
espacios bien diferenciados. En el primero de ellos se realiza un recorrido por
su trayectoria profesional a la vez que se analiza su dimensión artística, con
carteles originales y algunos de los toros emblemáticos que lidió el maestro a
lo largo de su carrera.
En el segundo, se muestran piezas relacionados con la
vida personal del torero, algunas de ellas, de un enorme peso histórico, y
todos por supuesto de gran valor sentimental para la familia.
El tercero es un espacio en el que se han recogido
quince obras pictóricas y escultóricas encargadas a diferentes artistas con
motivo de este Centenario: La muestra tendrá además un marcado carácter
benéfico, pues de lo recaudado por los autores, el 25% se destinará a la Bolsa
de Caridad de la Hermandad de San Bernardo.
Y finalmente, en el último espacio de esta exposición
el visitante podrá ver piezas de un gran valor artístico, como son sendas sayas
de la Virgen de San Bernardo y San Esteban de Sevilla; y de la Virgen del Pilar
de Zaragoza, que se elaboraron a partir de capotes de paseo que el torero donó
en su día a las Vírgenes de las citadas congregaciones religiosas. También se podrá
ver el último vestido de torear del maestro y que regaló en su día a Carlos
Urquijo; un capote de paseo que donó al museo de la Real Maestranza; y el molde
en barro de la estatua de Pepe Luis, obra de Alberto Germán Franco, y que está
frente a la plaza de toros de Sevilla, junto al Guadalquivir.