Hay
suspiros que remontan apresurados con la intención de parar el tiempo, otros
dan aire al instante con deseo, impaciencia de encontrar esa ilusión que brilla
en los ojos tornando el cielo. Un palpitar de fatalidades se van asomando por
la muralla, sorteando las torres por donde transita la sensación de fiesta.
Pues Sevilla certifica que la verdadera, única belleza, pureza, reside en esta
ciudad.
Y
fue cuando se paró el segundero del alma, cuando la tarde se despojaba
de las vestiduras del otoño, era el momento soñado de volver a la
normalidad. Septiembre nos trae un poquito de esa primavera perdida en el 2021.
Recuperar
todas las tradiciones y vivirlas con la dulzura de antaño. Somos ascua de luz
que vierten su grandeza en lo imposible. La melodía sinfónica de unos rezos,
acompasan los muletazos en la Maestranza…vienen a prender nuestros sueños. Los
espacios se contraen. Los muros rezuman la meditación de quienes esperan, con ardor
e impaciencia, retomando la senda de la normalidad.
La
densidad del aire se difumina. Ahora todo es límpido y transparente, en esta
larga espera… nada enturbia la visión. Cada rincón de la ciudad expectante, se
contiene las emociones. Los sentimientos aquí tienen medida. Se marcan desde el
corazón al universo de su entrecejo. Lo siente quien posa el beso y es testigo
de esa grandeza. Pues es la Esperanza quien supo unir todas las tradiciones de
nuestra ciudad para darle vida. En ella estaban desde la coplera Juanita Reina,
que la tenia en nomina a la Virgen Macarena para realizar sus donativos que
tanto necesitaba la hermandad. Hasta el torero Joselito el Gallo que hizo una revolución
económica y sentimental en dicho colectivo.
Antes de atravesar la frontera, de volver a
vivir las tradiciones, las lindes de las costumbres y ritos ten a mano el análisis
antropólogo de Isidoro Moreno que fijaba el concepto de mantener el legado
gracias a las Madres. Aquellas que generación tras generación supieron inculcar
las usanzas y rutinas hasta nuestros días…como simil por ello se llama la
lengua madre a lengua materna que es la que adquiere en la infancia
mediante la interacción con adultos del entorno (principalmente madres). Su
aprendizaje y desarrollo da facultad al lenguaje verbal en un mismo y único proceso.
Vivimos
en la actualidad con un gran porcentaje de mujeres que no conservan, ni
defienden la esencia de las costumbres de otros siglos. Eso hace dificultar la transmisión
en la actualidad. Por ello si tu sentir es tradicional, da igual que seas tita,
hermana, madre o abuela…intenta transferir a los tuyos la magia de nuestra
ciudad con la teología de la mano. Coger la mano a esos pequeñajos para
llevarlos a sentir nuestras tradiciones. Así de forma reciproca os hace ver
todo de una forma nueva manteniendo la magia de vivirlo de nuevo.
Siglos
y siglos de arte acumulado, pulido lenguaje estético, los sentidos infantiles
lo reciben con doble carga de sabor. Por ello es importante el transmitirlo bien.
Pues el aroma, luces y sonidos serán melodía de por vida.
Hay
que proteger esos detalles y potenciarlos, para impulsar los antiguos ritos en
la actualidad sondeando el espacio hasta encontrar de nuevo su sitio.
Sobre
el mar de las emociones, sobre el hálito sentimental de las oraciones y
costumbres de la tierra de Maria, se eleva la gigantesca figura en el recuerdo
de nuestras abuelas que ondearon la bandera de los ritos.