La
madruga cuando se desnuda, sobre el alma del tiempo descubriendo la senda de la
memoria, son quimeras que solo Sevilla hace desgarrar a manera de dagas los
recovecos donde se proyectan los sueños de la nostalgia.
Desde el celeste azul cielo del verano al añil
del invierno, el sol dibuja el dolor de la ciudad en sus gozos. Gestos y sabores
que te llevan por los tiempos describiendo los momentos. Brotan las
campanas al aire, rompiendo el silencio, umbral de flores rozan tu voz, agua de
la fuente corre por el callejón, brota la sonrisa y la herida reposa un parvo
su dolencia.
Mes
de Don Juan Tenorio, luto y rigor mortis. Mes para recordar a todos los santos
y a todos nuestros difuntos. Pues incluso el luto que visten nuestras dolorosas
Sevillanas, se visten también, por las pérdidas de las mismas. Cuando en el
pasado siglo fueron incineradas por diferentes índoles. 26 de febrero de 1973
la Virgen del Patrocinio, hdad del Cachorro se quemó fortuitamente y cuyas
cenizas porta en el interior de la actual imagen. Es tiempo de huesos de
santos, castañas y empezar a buscar las enagüillas. Noviembre nos trae un
tiempo de renovación espiritual como cada año. Puedes visitar todas las iglesias de la ciudad y comprobar a todas las Virgenes con su color oscuro en señal de luto o duelo hasta que llega dicembre con su color azul Inmaculado.
Sólo quienes han sido criados
en la Semana Santa verdadera, pueden captar en toda su hondura la
grandeza de esta fiesta, que dura una semana en el calendario y todo el año
en el corazón. Demostrando cada uno, que su vida es un chicotá. Y cuando se
arrían los zancos siempre quedan las oraciones rezadas, las miradas clavadas en
el tiempo.
Cada viernes del año, día del
Señor del Gran Poder, visita la plaza de San Lorenzo, el torero Rafael Torres
como cualquier sevillano. Con motivo del día de todos los Santos,
anónimos de Sevilla van buscando la querencia para reposar su sentimiento
por el barrio del “que todo lo puede”. Y allí en la serenidad de la
mañana, se encuentran estampas que hacen dar más girones al corazón. Entre
personas desconocidas ver la figura de alguien destacado, hace que todo cobre
más sentido.
Rafael Torres es muy sevillano, como
su toreo, como su forma de andar y sentir, como sus ojos cuando derrama las
lágrimas que los sevillanos entendemos. Dicen que pudo ser figura del toreo y
lo fue abriendo la Puerta del Principe. Su toreo fue de figura. Bronce fundido
en la fragua de unas llamas tan poderosas que terminaron por cincelar un cuerpo
de gracia y finura que el cielo sólo regaló a los toreros de esta tierra
Mariana. Se escribieron crónicas que comparaban a Rafael con Pepe Luis,
con Pepín Martín Vázquez, incluso con Chicuelo.
Ver su sonrisa al salir de la
Basílica con la tinta de
sus recuerdos, hace evocar a los míos con más fuerza. Me inmortalizó por un
instante el sentido de la vida y mis seres queridos que ya no están. En esas
claritas del día, cuando abre el alba y la plazoleta estaba vacía solo para
nosotros. Ya no pasa el tiempo por mi vida, es la vida la que pasa perdida en
el tiempo, improvisando los sueños, quimeras, abrazos, provocando la lluvia que
se refleje en mi mirada,
caminos con huellas, con destinos imperfectos, saltos al vacío en silencio y
sueño, sueño involuntario y resignado, sabiendo que mis deseos se forjan en un
espejismo desierto de este papel inundado por la tinta de mis recuerdos…
La Semana Santa sin memoria
no existe. Es otra cosa. La memoria hace a la Semana Santa, como el
antifaz al nazareno. Nuestros seres queridos, quedarán siempre ligados al
ventanal desde el que se depositaba a los pies de los cristos, lirios de sus
oraciones.
La Semana de pasión se hace
más patente en el mes de noviembre en el recuerdo de los nuestros. ¿A que si
querido abuelo? Para que me expliques tantos porqués y hablemos de nosotros…
con una mirada desde un ventanal que se clava en el tiempo, que nunca caduca
porque está recogido en el rostro de un crucificado cuando el Viernes Santo
deja los cuerpos ahormados y listos para la gozosa resurrección que ya venimos
celebrando.
Noviembre nos trae unas
añoranzas de cuaresma llenos de ritos. Dormidos en el tiempo que despiertan con
el besamanos de Amargura cada 21 de noviembre en el barrio de San Juan de la
Palma. Para traernos días después, el despertar de los ilusiones, con la
llegada de la Esperanza, desde un arco macareno. Agrietando las puertas de la
Navidad.
Es tiempo de una luz
diferente. Por todos los que se fueron. El viento va repartiendo la fría brisa,
pregonando al azahar, secretos del sol poniente. Alfarera memoria que te trae
remembranzas, converso en tu sentir. Soledad de estación. Es el peso. ¿Pero y
el tiempo? ¿Cuánto dura la eternidad? ¿Cómo se mide la felicidad? ¿Cómo se
calcula? El tiempo es una mentira que se manifiesta de maneras extremas en
estos días negros, que nos hace vencer o morir en la contemplación o en la
espera. El tiempo es un fogonazo en la grandeza del universo o una eternidad en
el dolor.