Esta nostalgia que barre las acacias de las callejuelas, perfecciona una airosa galería de sombras, a la temperatura que
fermenta el deseo |
entre claridades con acerbo de añoranzas y osamentas
irónicas. |
Claridad inmediata del espacio con ángulos que reflejan la provocación de
la primavera en la piel y unos ojos con el tibio cielo de abril añejo de oro
pulido.
Media verónica que espera en la oración del pardo vuelo florecido. Un beso
tan grande, nunca dado, que aciaga el deseo prometido de un invierno pasado de
la memoria caliza invernal.
Sevilla se promete
cada mes de abril consigo misma y te espera en sus fiestas. Rituales cofrades y
taurinos que te recuerdan cada domingo de ramos, hay que estrenar algo. Todos
estrenamos algo. La ciudad entera es como una antigua exposición de estrenos.
Sevilla estrena, cada Domingo de Ramos, el aire, la luz, el olor de azahar, la
nueva sorpresa antigua del primer nazareno, el color del albero en los jardines
y de su Maestranza para una Resurrección deseada.
---El Domingo de
Ramos, el que no estrena, no tiene manos... ¿Tú que estrenas? Algun detalle
siempre habrá…
Pero te invito a
estrenar ----Las manos...
Manos para tocar
Sevilla. Manos para poseer la certeza de este paraíso. Esperar la procesión de
las palmas y sus ramas de olivos para tocarlo llevándote a Jerusalén por la
memoria del marqués de Tarifa . Manos
para tocar el mármol de las capillas, conventos e iglesias. Que tus yemas
toquen el hierro forjado de los siglos.
El tacto del Domingo
de Ramos es tuyo, glorioso en un abrir y cerrar de tus pasiones buscando
sensaciones. Tocar de nuevo la barandilla del puente esperando a la Estrella o
el respiradero de la Amargura en San Juan de la Palma. Manos de madre poniendo
la cola al nazareno, manos de penitente agarradas a las cruces, manos de los
costaleros de una primera trabajadera asomando por debajo del faldón en una
arriada por parejo, manos de músicos de pueblo en los pistones de las trompetas
del viejo repeluco de "Virgen del Valle", manos del tío del cántaro y
latilla, del que lleva la escalera detrás del palio, manos de nazarenos niños
dando cera y jugando en la carrera oficial, manos impacientes de muchachos que
miran la hora y esperan a una novia primera debajo del reloj del Ayuntamiento,
manos de madres con el bocadillo en la Borriquita, manos taurinas que sueñan
con la palma de su mano a dibujar el toreo soñado en una nueva feria, manos con
fuerza del capataz en el martillo… que a todos nos anuncia que Sevilla
despierta y se estrena a sí misma, que por eso únelas y pídele a Dios por todo
lo que nos regala cada primavera.