Viene el tiempo recortando la brisa,
deshaciendo las horas que traen sueños y melancolías, que se convierten en pilastra
o puntal de los sentimientos. Este verano nos traerá un nuevo otoño vestido de ilusión
para envolver el aire en añoranzas, esta estación que mantiene en vilo la esencia,
vuelve para desprender hojas en el alma y avivar la alegría. Son estas tardes
pausadas las que contagian lo habitado para buscar tu propia aura. Sevilla cada
primavera comparte el mayor de sus secretos con una naturalidad ensoñada, cada
vez te lo cuenta de forma diferente y su significado es el mismo o quizás parecido,
pero se converge donde el alma da forma a la magia de lo increíble. En estos
meses tienes tiempo para digerir desde la distancia o la batahola de la fiesta
lo que la antigua Híspalis te ha musitado, descifrándolo ahora tu a golpe de suspiros
porque la estación se precipitaba sobre nuestras almas con la intención de
convertirnos en quimeras.
Esta primavera hasta el mismísimo Corpus nos ha agasajado de nuevo
postales imperecederas, siempre eternas con una dulzura que traspasa fronteras.
En el Corpus ha sido de nuevo la referencia del mundo engalanando una ciudad
que es la soñada por cualquier idealista. Durante la cuaresma y en esta
primavera hemos disfrutado de nuevo, como un niño con zapatos nuevos, de lo que
siempre fue grandioso. De presenciar mil detalles y exposiciones que eran
explosiones de arte para la vista. Que manera de llenarte tus sentidos de una
forma sublime. Ya sea por lo inusitado de la imagen, ya por la nostalgia
mezclada con alegría con la que las hemos recuperado.
Entre ellas me quedo especialmente con tres, a las que les
recomiendo hacer una visita antes de que la caída de las hojas del calendario
se acelere y nos encontremos con las palmas del Domingo de Ramos recién
estrenadas en los balcones.
Se ha comprobado en
este año ‘Cuando el barro cobra vida’, que reúne una selección exquisita de las
obras del escultor Cristóbal Ramos con motivo de los 250 años de la hechura de
la Virgen de las Aguas y por otro, la visión moderna, trascendental y rompedora
del genio creador de Manolo Cuervo en ‘Manolo Cuervo, Semana Santa. Una visión
de las cofradías desde la vanguardia’. También el aniversario de Pepe Luis Vázquez
torero de referencia con máxima Sevillania y vinculado a la Hdad. De San Bernardo…
y multitud de pequeñas y grandes exposiciones hasta la misma Semana Santa que
es un arte efímero por nuestras calles.
Estas exhibiciones
recogen y demuestran cómo el arte ha sido, a través de los siglos, un vehículo
excepcional de comunicación para trasladar el mensaje del Evangelio a la
sociedad del momento. El arte sacro, desde sus diferentes disciplinas, ha
construido imágenes sagradas testigos de la religiosidad y la espiritualidad
del hombre y que por ello han perdurado a través de generaciones. Y ha desarrollado
en Sevilla una visión única y referente para el resto de la Humanidad. Desde lo
clásico a las vanguardias, la belleza artística ha fagocitado lo racional para
emocionar al espectador y poner a Dios en el centro del debate, mostrando su
humanidad y a la vez la irrenunciable fatalidad de su destino, que no es otro
que la salvación del hombre y el perdón de sus pecados. Qué mejor manera que
esta para que la buena noticia llegue al cristiano de hoy, bien sea a través
del color de Manolo Cuervo, del clasicismo de Cristóbal Ramos, o de las
puntadas de oro de los artesanos sevillanos, auténticas postales de una
Cuaresma que ponen en valor las tradiciones y que anuncian la llegada perpetuamente
inminente de la Semana Santa.
Mientras nos queda la Feria de San Miguel con Morante de la
Puebla y su máxima expresión en los tiempos recogiendo todas las tauromaquias
en una, novilladas de promoción y tiempo de Glorias donde las exhalaciones se
convierten en espiraciones que nos va enredando para una nueva primavera para
comprobar entre lo velado y visible…donde Sevilla te musitara el mejor de sus invisibles
secretos.