lunes, 3 de febrero de 2014

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Pliego de descargo. El sonado documento publicado por el diestro extremeño terminó de sentenciar el desencuentro. Fiel a su propio concepto personal, Perera puso negro sobre blanco con sincera claridad el historial de sus propias tormentas con la empresa Pagés. Poco, muy poco que no se supiera ya ni que se escape a los habituales vericuetos de la contratación taurina. Pero a Perera no se le puede negar frontalidad. Él ya había asumido en solitario los riesgos de renunciar a estar en Sevilla después de aquel apabullante temporadón de 2008 que no obtuvo el rendimiento que cabía esperar. Perera quería haber estado al año siguiente -el 2009- dentro del lujoso marco del Domingo de Resurrección. Lo merecía con creces. Tuvo que esperar un año para que Valencia y Canorea sacaran la bandera blanca -eso no lo cuenta- en la Feria de 2010, incluyendo su nombre en la brillante apertura pascual junto a Morante y Manzanares y en un mano a mano con Luque que no salió como se planeó. Esa temporada no rodaron las cosas; tampoco en 2011. Y en 2012 se convirtió en uno de los chivos expiatorios de la inoperante e inoportuna rebelión catódica. Repaso de los últimos hechos. La Feria de Abril de 2013 pasó sin pena ni gloria para el extremeño, que sí echó toda la carne en el asador el ultimo San Miguel en una impresionante demostración de poderío y quietud que caló en la plaza. Lo tenía todo a favor para volver de nuevo a Sevilla, pero…. El caso es que las razones de Perera podrían justificar un plante personal. Pero el torero ha escogido el bloque del Club de los Cinco. ¿Hay algo más que esa lista de afrentas para asumir tantos riesgos? El Correo lo adelantó hace más de un mes, en la tarde del día de Navidad, y el resto de medios comienza a mencionarlo después de las prevenciones iniciales. El nombre del multimillonario mexicano Alberto Bailleres sigue dibujándose detrás del sonado pronunciamiento del Club de los Cinco. Pero al cerco de las figuras hay que sumar la dura contraprogramación malagueña que -esta vez sí, después del patinazo de 2012- encontrará poca resistencia, sea cual sea el cartel que se consiga programar en la plaza de la Maestranza. Los nombres de Morante, El Juli y Manzanares -cartel natural para la tarde de Resurrección en Sevilla- parecen amarrados con fuerza en la orilla del Mediterráneo aunque, eso dicen los empresarios, Tomás se sigue dejando querer para la víspera. Componendas para una extraña Feria. Se trata de una situación que ha colocado a Enrique Ponce en una difícil encrucijada: el maestro valenciano no soportaría verse en Sevilla con demasiados ladrillos brillando al Sol… o la sombra. El caso es que algunos demagogos andan encantados con la ausencia de las figuras esperando una rebelión de los modestos que, salvo sorpresas puntuales, constituye una mera quimera. Hoy por hoy, más allá de la valía de muy pocos diestros concretos, no hay una generación completa preparada para coger el relevo en el mando de la torería. Llegados a este punto, podemos formular la pregunta del millón: ¿Qué reflejo tendrá en la taquilla el alzamiento de los Cinco si fracasa el llamado plan B? Lo que sólo era una tormenta va camino de convertirse en una era glacial. Quizá sea un buen momento para repasar las afrentas y las reconciliaciones: Morante se fumó algunos puros con los empresarios después de arrastrar un rosario de enfrentamientos que arrancaron con la ruptura de aquella exclusiva que se llevó el fallecimiento del recordado Diodoro Canorea y la espantada del San Miguel de 2000. La efímera paz se firmó antes de torear aquel mano a mano con El Cid y ante victorinos que tampoco salió bien. De las cuitas de El Juli ya hemos hablado y seguiremos hablando. De las quejas de Talavante y Manzanares -con o sin el cuento de María Sarmiento- nada sabemos.

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