martes, 17 de marzo de 2020

Cuaresma rota

En el arranque de la Cuaresma, cuando se cuelga en Puerta Carmona de pared a pared su tradicional pancarta de "capirotes"; cuando La Campana puso en su escaparate las primeras torrijas con sus nazarenitos de caramelo; cuando Casa Ricardo puso la primera en campana (la primera croqueta de Vigilia en la campana extractora de humos), ni a soñar que nos hubiésemos echado hubiéramos pensado que la situación sanitaria en España iba a ser tan grave, y la crisis económica resultante tan catastrófica, que hasta iba a pasar a un segundo plano algo en lo que con sólo pensarlo casi nos iba la vida a los sevillanos: la suspensión de la Semana Santa. "¿Pero cómo nos vamos a quedar sin Semana Santa?"

Sigo pensando que es un mal sueño o una pesadilla de la que quiero despertar y cuando despierte sea primavera y la Semana Santa siga normal. Normal y rancia en su curso de estación, como siempre Sevilla eternamente supo hacer.

Nunca imagine que viviría algún año, una historia de la que nunca hubiese empezado, porque todos los años nos renovamos como si empezáramos de cero. Que dejaríamos el libro de los sueños en blanco con la primavera del 20. Tan blanco como aquellos niños que nos encontramos por el parque Maria Luisa o bajando la rampa del Salvador un domingo de Ramos. Se quedo en blanco y silencio. Silencio sin sonidos como ajetreos de parihuelas, ejércitos de candelelerias relucientes con su chisporroteo codal que va consumiendo cera, de papeletas de sitio, de túnicas por planchar y escudos por bordar, de capirotes que regresan de los altillos, con largas madrugadas en casa de hermandad, limpiar plata, sonidos macarenos con su centuria eterna, sin ver el incienso difuminar perfiles, dejando los sentidos vacios sin olor a cera mezclada con claveles, sin aromas que desprende de la miel de los pestiños, sin el crujir de la madera que lleva a los cristos o vaivén de los palios con el rachear de los costaleros, sin saetas ni cornetas, sin bullas ni pies cansados, sin programas de mano arrugados, sin alfileres en la solapa, sin la luz de los cirios que anuncian el camino del triunfo que es la vida. Sé que volverás, pero dejas mucho vacio. Porque siempre vuelves. Dando cimbreo de nuestra vida que nos muestra la Esperanza al desnudo ahora mas que nunca, deshilachando un arco que da savia para que entendamos lo ocurrido. O quizás quiso el Cachorro disponer de este guion para comprender por los que realmente sufren en su vivir.

Con mil detalles que lo engalana... por eso tu que la navegas... te preguntas y le preguntas…¿Por qué no me mandas de nuevo un sueño? Para despertar de lo que estuvimos con tanta angustia estos días de marzo del 2020 donde no encontramos  más que oscuridad a nuestras respuestas.

Volveremos con más fuerza a desnudamos tanto el alma, que tiritaremos de silencios, A veces mostraremos tanto, que ya no nos queda nada con lo que besar, A veces desearemos mucho más de lo que merecemos, Y es entonces cuando volvemos a disfrazar el corazón de cobarde…”

Hasta que solo quede la afonía de tu grito que no puedas interpretar. Quedando la esencia del viento que va susurrando la elegía de nuestros primeros sueños. Sigamos siendo cómplices y guardemos el secreto o quizás compártelo con los que mas amas, es lo que siempre te contesta la antigua Híspalis.  Tal vez algún día conseguiremos poner sobre un lienzo de la historia, algún sueño para alojarlo. Como es el rock andaluz, al movimiento de un palio.

Cuan valido, se presenta en los filos del lucero la emoción y su clara luz va apoderándose de la antesala, donde se llena de vida cada día y golpea el recuerdo con la tibieza de los callejones y plazoletas añoradas en el recuerdo donde le diste sustancia al oro de las cascada del nuevo sol que nos inunda. Siempre nos traerán buenas noticias. Algunos quieren llenarlos de oscuridad los sueños diciendo que “volverás” o que “te esperaran” con una nueva Semana Santa que llegará… lo cierto es que rompo las cadenas y retomo la senda de la vieja vereda buscando el aluvión de amor. Porque nunca te has ido y siempre estas con nosotros. El tiempo nos engaña, parece haberse detenido, pero es mentira. Solo se diluye ante Ella. Su ceño, cierras los ojos y posas un beso. Y al mirarla el mundo se derrumba ante los suyos.

Quiero despertar y poder salir con mis familiares, amigos, churumbeles de la mano a ver las cofradías, poder dar un abrazo, tomar una cerveza, seguir con los detalles rancios que poseemos los que sentimos la cuaresma donde ahora se ve tan lejano y mundano. Y ¿Por qué no mandarme un sueño con esencia a Sevilla? Tener libertad y hacer lo más simple como extraordinario y viceversa. Aferrarnos en las noches de invierno de nuevo, pero con toda esta pesadilla ya pasada, cuando la luz remita y el pujante ocaso nos muestre los tonos dorados para descubrirnos las nuevas quimeras. 


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