En el
arranque de la Cuaresma, cuando se cuelga en Puerta Carmona de pared a pared su
tradicional pancarta de "capirotes"; cuando La Campana puso en su
escaparate las primeras torrijas con sus nazarenitos de caramelo; cuando Casa
Ricardo puso la primera en campana (la primera croqueta de Vigilia en la
campana extractora de humos), ni a soñar que nos hubiésemos echado hubiéramos
pensado que la situación sanitaria en España iba a ser tan grave, y la crisis
económica resultante tan catastrófica, que hasta iba a pasar a un segundo plano
algo en lo que con sólo pensarlo casi nos iba la vida a los sevillanos: la
suspensión de la Semana Santa. "¿Pero cómo nos vamos a quedar sin Semana
Santa?"
Sigo pensando que es un mal sueño o una pesadilla de la que quiero
despertar y cuando despierte sea primavera y la Semana Santa siga normal.
Normal y rancia en su curso de estación, como siempre Sevilla eternamente supo hacer.
Nunca imagine que viviría algún año, una historia de la que nunca
hubiese empezado, porque todos los años nos renovamos como si empezáramos de
cero. Que dejaríamos el libro de los sueños en blanco con la primavera del 20.
Tan blanco como aquellos niños que nos encontramos por el parque Maria Luisa o
bajando la rampa del Salvador un domingo de Ramos. Se quedo en blanco y silencio.
Silencio sin sonidos como ajetreos de parihuelas, ejércitos de candelelerias
relucientes con su chisporroteo codal que va consumiendo cera, de papeletas de
sitio, de túnicas por planchar y escudos por bordar, de capirotes que regresan
de los altillos, con largas madrugadas en casa de hermandad, limpiar plata,
sonidos macarenos con su centuria eterna, sin ver el incienso difuminar
perfiles, dejando los sentidos vacios sin olor a cera mezclada con claveles,
sin aromas que desprende de la miel de los pestiños, sin el crujir de la madera
que lleva a los cristos o vaivén de los palios con el rachear de los
costaleros, sin saetas ni cornetas, sin bullas ni pies cansados, sin programas
de mano arrugados, sin alfileres en la solapa, sin la luz de los cirios que
anuncian el camino del triunfo que es la vida. Sé que volverás, pero dejas
mucho vacio. Porque siempre vuelves. Dando cimbreo de nuestra vida que nos
muestra la Esperanza al desnudo ahora mas que nunca, deshilachando un arco que
da savia para que entendamos lo ocurrido. O quizás quiso el Cachorro disponer
de este guion para comprender por los que realmente sufren en su vivir.
Con mil detalles que lo engalana... por eso tu que la navegas... te
preguntas y le preguntas…¿Por qué no me mandas de nuevo un sueño? Para
despertar de lo que estuvimos con tanta angustia estos días de marzo del 2020
donde no encontramos más que oscuridad a
nuestras respuestas.
Volveremos con más fuerza
a desnudamos tanto el alma, que tiritaremos de silencios, A veces mostraremos
tanto, que ya no nos queda nada con lo que besar, A veces desearemos mucho más
de lo que merecemos, Y es entonces cuando volvemos a disfrazar el corazón de
cobarde…”
Hasta que solo
quede la afonía de tu grito que no puedas interpretar. Quedando la esencia del
viento que va susurrando la elegía de nuestros primeros sueños. Sigamos siendo
cómplices y guardemos el secreto o quizás compártelo con los que mas amas, es
lo que siempre te contesta la antigua Híspalis. Tal vez algún día conseguiremos
poner sobre un lienzo de la historia, algún sueño para alojarlo. Como es el
rock andaluz, al movimiento de un palio.
Cuan valido, se presenta en los filos
del lucero la emoción y su clara luz va apoderándose de la antesala, donde se
llena de vida cada día y golpea el recuerdo con la tibieza de
los callejones y plazoletas añoradas en el recuerdo donde le diste sustancia al
oro de las cascada del nuevo sol que nos inunda. Siempre nos traerán buenas
noticias. Algunos quieren llenarlos de oscuridad los sueños diciendo que “volverás”
o que “te esperaran” con una nueva Semana Santa que llegará… lo cierto es que
rompo las cadenas y retomo la senda de la vieja vereda buscando el aluvión de
amor. Porque nunca te has ido y siempre estas con nosotros. El tiempo nos
engaña, parece haberse detenido, pero es mentira. Solo se diluye ante Ella. Su ceño,
cierras los ojos y posas un beso. Y al mirarla el mundo se derrumba ante los
suyos.
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