Va calando
el tiempo en la hoja del recuerdo como un cuchillo que va abriendo valles en
los campos del espíritu.
Desbocado recuerdo ¿resuena? en estos días con el camino acabado
de la pasión de Jesús de Nazaret, intentando apaciguar el alma por la situación
que vivimos con una amargura que desmenuza las
entrañas, aunque ya de tanto dolor, intentamos dominar los caballos de
sufrimiento con Dios resucitado.
Sigue galopando en mi alma la presencia de estos
días tan especiales, hastiado preguntándome si he conseguido la reflexión
interna y cristiana en esta Semana Santa tan diferente. Se presento tímida, como si la hubieran
desahuciado de la felicidad que siempre desprende a nuestra vida, a pesar de
saberse, que con su aura de fraternidad en la quietud la hace muy vulnerable.
Siempre pase lo que pase, cada creyente la vivirá en su corazón con mucho amor.
Con la primera luna llena de primavera empiezan las muestras de religiosidad popular a lo largo de todo el mundo,
destacando las procesiones, penitencias y representaciones de la muerte y resurrección.
En este año
sin poderse celebrarse en la calle, pues cada sevillano lo vive en el interior
de sus casas. Solo nos quedaba la voz. Por ello el saetero Alex Ortiz no dudó
un segundo en poner su granito de arena a esta crisis sanitaria que azota a
toda Europa. Cada día desde su balcón, en un patio de vecinos del barrio de la
Calzá a las 8 de la tarde recitaba una oración. Cantando “saeta” dedicada a
todos los profesionales que están luchando en esta crisis y para todos los
vecinos. Comenzó el Viernes de Dolores para sorpresa de todos los presentes,
poniendo color a todos los cofrades confinados en sus viviendas con un “Padre
Nuestro” desgarrador que se hizo viral a través de las redes sociales. Y asi
cada día de pasión, diferentes medios de comunicación locales, autonómicos,
nacionales e internacionales se hicieron eco de la noticia. Sabiendo que este
cantautor estaba regalando detalles
necesarios con sus “saetas” a todo el mundo con su sentir.
Alex Ortiz
uno de los saeteros más reputados de la ciudad de Sevilla y conocido de forma
internacional con sus giras por España y el resto del mundo, ha cantado para
hermandades como La Macarena, Santa Genoveva, La Paz, Jesús Despojado, El
Museo, etc… En el siglo XIX, Antonio Machado definía las saetas como "cancioncillas que tienen
por principal objeto traer a la memoria del pueblo, especialmente en los días
del Jueves y Viernes Santos, algunos pasajes de la pasión y muerte de
Jesucristo con coplas disparadas a modo de flechazos contra el empedernido
corazón de los fieles".
Alex
engalanó su balcón con colgadura y palma rizada. Antes de cada saeta ponía incienso
para crear ambiente e incluso los vecinos del patio se atrevían a pedirle
saetas para sus titulares de cada día de la Semana Santa. Una señora mayor que
apenas puede andar y que vive sola con una larga enfermedad, le pidió la palma
rizada que tenía el saetero en su balcón, momento que no dudo Ortiz para hacérsela
llegar y le bendijera la casa. Así las saetas de este sevillano no solo han
iluminado a sus vecinos de patio, sino que han dado la vuelta al mundo con las
redes sociales y medios de comunicación, glorificando y honrando el momento que
vivimos.
Durante unos segundos, qué duda cabe, nos
acerco a nuestros sentimientos como si estuviésemos en la misma calle con
nuestros titulares. Reconociendo su luto y duelo con apenas pronuncia esas
primeras palabras. ¿Es acaso previsible y probable que alguien camine con su
voz descubriendo y mostrando al prójimo la pena de su alma y que no quede
abatida por el mayor de los dolores?. Estos días,
que ahora se nos presentan en sepia, como el si el color del cielo lo
hubiésemos descubierto en el amanecer de la juventud. Nos dicta los momentos,
que nos llevan al recuerdo para redescubrirnos una vida que se nos presenta
como no nuestra, como si no nos pertenecieran, instante preciso que nos robaron
la sonrisa para perpetuarla, para hacerla eterna, en el acharolado papel donde
quedó impávidamente definida esa Saeta.
Ahora la
tienes apresada en tus manos, convertidas en valija donde se custodian la
memoria y vivencias, que presentas ante tus ojos y que te acerca a la
nostalgia, porque se han fundido en la noche de los tiempos. Cuando vuelva a la
oscuridad del vargueño donde descansa tu memoria, cuando repose de la historia
que se guarda en el baúl donde se atesora la herencia que va marcando el
discurrir de los tiempos, recuperarás el sentido y la ilusión de aquel momento.
Ennoblecido en sepia y sabrás que el tiempo ha intentado engañarte y que has
vencido con la fuerza del recuerdo, ese instinto que nos instiga a recuperar la
felicidad y que hace siempre posible el retorno de la calidez del socorro,
conduciéndote al encuentro de las emociones. Gracias Alex. Gracias por tus
saetas.
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