lunes, 21 de noviembre de 2022

Quimeras de esperanza

 

Velada mañana con riada de luz hacia cualquier sentimiento. Expandiendo por la arteria principal por donde ha de transitar regato devoción que llega envuelta de nostalgia. Siglos impregnando el color morado y verde Esperanza que van danzando en esta secuencia intemporal que nos descubre a las pasiones que heredamos.

Sevilla no quiere adeptos, quiere a amantes que se rompan la camisa. Porque solo el misterio nos hace vivir…y Sevilla es misterio.

El sentimiento mas terrible es perder la Esperanza, por ello en esta Ciudad se respira en cada esquina. Y asi esperando en esperanza, el nudo se deshace y la fruta madura. Sabiendo que la soledad es la gran talladora del Espíritu. Pero nos alivia su fruto cuando tu armonía se hace carne, Tú eres el resumen genial de lo lirico. En ti duerme la melancolía, el secreto del beso, llanto y el grito desesperado.

A quien dices el secreto das tu libertad, sin poder arrancar un suspiro lleno de quimeras en la dulzura infantil de la mañana quieta.

Si la Esperanza se apaga y la Babel se comienza, ¿Qué antorcha iluminara los caminos de la tierra?

Quien supo entenderlo a la perfección fue José Sebastián y Bandaran. Fue toda una figura en el mundo de las cofradías durante gran parte del siglo XX y en este mes hace 50 años de su fallecimiento.

Sacerdote, canónigo de la Santa Iglesia Catedral de Sevilla, capellán de la Familia Real, Director de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras y director espiritual de varias hermandades. Actualmente en la ciudad cuenta con una calle y con un centro educativo. Convivio con el pueblo, lleno de humildad, regocijando del legado.

 Perdía la vida el 21 de noviembre de 1972. Actualmente sus restos están enterrados en el presbiterio de la capilla de los Marineros, la sede canónica de la Esperanza de Triana. Sus restos fueron exhumados y depositados en la corporación de la Madrugada el 28 de marzo de 1987.

Era un fiel devoto del Señor de Pasión, del que fue camarero y donde apuntó como hermano al Rey de España.

Salió de nazareno mucho tiempo en el Silencio y ocupó el puesto de director espiritual de la Esperanza de Triana, siendo uno de los impulsores de la capilla de los Marineros, lugar donde descansa.

Sus hermandades le otorgaron las respectivas medallas de oro, le nombraron teniente honorario en el Museo, y hermano mayor honorario en el Cachorro, el Valle, la Estrella y Santa Cruz.

A lo largo de su vida fomentó mariano y abarcó ciertos aspectos del gobierno de las hermandades. José Sebastián y Bandaran se involucró en la restauración y reorganización de hermandades tras la Guerra Civil. Era el encargado de entrar de lleno en las cofradías para hacer cualquier intervención.

En 1921 ejerció como fiscal en la Macarena y la comisión administradora de su centuria. Medió para que el azulejo de la Virgen estuviese en la puerta de la Macarena, es decir, el arco. Aconsejó a la hora de guardar a la Virgen del Amparo durante la Guerra Civil, ayudó a conservar las imágenes de la Magdalena, estuvo en la reorganización de la hermandad del Santo Entierro, así como de otras muchas.

 

Ya está nuestra memoria desafiando las orillas donde se recoge el hilo sentimental que nos trae la nostalgia. Pasan los elegantes penitentes con su caminar pausado, receloso porque el camino se acorta y la dicha se transmutará en ese vacío demoledor que se anclará a las almas. ¿Quién no quiere vivir en esta dicha eternamente? ¿Qué Sevillano no es feliz sabiendo convivir con la esperanza, que hace honor a nuestra fe? Bajo el antifaz reside la alegría, este sentimiento de alborozo que mantiene el poder para destronar al cansancio de una vida. Los cirios son vivo testimonio de las horas que se han ido pausando durante el año, luz que ha ido señalando el camino y que ahora el sol, radiante, esplendido, sereno, impetuoso nos trae de nuevo diciembre e impaciente se ha empeñado en dar el merecido relevo para que el tronco cerúleo busque una nueva quimera. Huracán de emociones devasta la escasa fuerza que resta en el alma. Las promesas, las peticiones, los recuerdos, los sueños, los agradecimientos, los rezos, las oraciones, los silencios, las miradas, los sentimientos, el llanto, la añoranza, las presencias se van materializando en el aire, lo taladran buscando Su mirada, deseando que el instante no pase, que esa eternidad, que se concentra en doce segundos, se empape en el alma. La espiritualidad, el mismo Dios, se presenta así con nuevos deseos. Nuevas Esperanzas.




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