lunes, 9 de marzo de 2015

Cielo Sevillano

Hoy quiero hacer una mirada atrás, para recordar nuestros orígenes, esos que nacieron del renacimiento y que tanto fruto han dado a Sevilla para ser pionera, por los tiempos, en artesanía.
En los tiempos que corren, donde cada vez está todo más industrializado y mecanizado, somos números de serie. Quiero rescatar esa labor artesanal que tanto ha caracterizado nuestra Sevilla con profesionales tales como: esparteros, ceramistas, alfareros, carpinteros, bordadores, forjadores, orfebres, doradores, escultores, pintores… todos ellos deambulaban por las calles de nuestra ciudad, asentados dentro de su casco histórico y en el inigualable arrabal de Triana, haciendo su labor más profesional que se han escrito en los tiempos, desarrollando labores que por su trascendencia algunos de ellos han alcanzado la inmortalidad. Su técnica artesanal llena de maestría.
Fruto de ese trabajo, obras maestras con firma y sello de Sevilla, ha salido de extramuros de nuestra Ciudad para gozo de cualquier capital o municipio de nuestro territorio Español. Por ello hoy día debemos alabar el patrimonio que estos maestros nos dejaron. Concretamente en el sector cofrade, quizás esos desconocidos de nuestra Semana Santa y de muchas Semanas Santas, que tienen el privilegio de tener entre sus enseres algo sevillano, tema artesanal para recordar su labor que desde varios siglos atrás ha sido moldeada, diseñada y evolucionada sin perder su seña de identidad, son el alma mater de nuestra pasión.
De vez en cuando voy a sus estudios, como buen cofrade y como parte del legado en el que vivo, para dialogar con ellos, ver sus obras, sus nuevos proyectos y es impresionante todo cuanto veo de estos hijos del arte. Me siento orgulloso de ver a los que un día serán grandes maestros para la posteridad de la imaginería, bordado, orfebrería y dorado entre otros, de todo cuanto han desarrollado y creado de sus manos de una forma extranatural.
Pero guárdame el secreto, aunque ahora ya no es el momento del que te hiciste cómplice conmigo almacenando la ilusión. Deja correr el soplo céfiro de la magia, que se manifieste, si acaso, cuando los ojos vuelvan a recorrer los espacios que creíamos perdidos. Deja que el tiempo navegue por tu mente buscando ese momento del recuerdo prisionero que aflora cada cuaresma, quizás el tiempo de tu juventud. Ya lo más que asoma es un leve parpadeo, presagios de sonrisas que anuncien alegrías nuevas, por el anhelo de lo vivido con paz espera de seguir disfrazando los sueños, que se hacen siempre realidad. Es difícil contener la emoción, lo sé, es tiempo de cuaresma.
Aquí en esta ciudad se hace todo tan elegante y con tanta dulzura, que te hace sentir el peso del momento como un muletazo hondo. El reloj no dice nada, y en las hombreras del diestro ó cualquiera de nosotros, cae la tarde pesada. El silencio es Maestrante y afila febril su daga, por eso después de Semana Santa hasta la mismísima Giralda está pendiente de lo que pasa en esta plaza. La vida en una semana, con sonidos y silencios, tardes de oficio añejo. Mientras tanto quiero seguir siendo, solo sentimiento, para seguir sintiendo esta ciudad efímera, pero bañada siempre de pureza.

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