Participar
en las prestezas y ritos que tiene esta ciudad es de pocos privilegiados, una
intimidad que sugiere entereza y por momentos te hace evadir el tiempo real que
vivimos. Hace unos días un grupo de amigos tertulianos de un famoso barrio, se reunían
para dar la bienvenida a la Navidad de una forma muy especial, como llevan
haciendo dos decadas. Cuando termina su popular comida en lugar del típico brindis,
ellos ponen en el centro de la mesa un llamador y pisando, por medio, un turrón
duro de chocolate con almendras. En esta ocasión fue un conocido y gran cofrade
quien dio unas palabras, brindo por el próximo año y termino con un sugerente golpe
al llamador donde hizo partir esa tableta en varios trozos. Los demás cofrades
asistentes, cogieron porción del rico producto, y entre la alegría del momento
ansiaban con canticos de la tierra la llegada del hijo de Dios.
Otro
dia del mismo mes de diciembre, escasos a las vísperas de año nuevo, otro
conocido grupo se acercó a una Iglesia Sevillana y junto al pesebre del
misterio belenista dejaban comida para los más necesitados de la hermandad
entonando unos profundos villancicos. Así un largo etc. de momentos internos y
populares que hacen el verdadero valor de la tierra en la que vivimos. Con el
añadido que todo lo que se forja en idea se convierte en una realidad con mucha
propiedad y pureza en lo que se participa, haciendo no pasar el tiempo, es mas,
incrementando el valor que se le dio con un toque de arte.
Queda
poco para la llegada de los Reyes y espero que todo lo que os traigan sea
parabienes mezclados con el mejor regalos de todos, encontrar durante el próximo
año los detalles que tiene Sevilla y tu propio interior, siendo capaz de despertarlos,
para que tu ser, se llene de esa magia que solo desprende en momentos puntuales
pero con virtualidad única.
Aún quedan
ritos en la ciudad que permanecen ocultos, instantes que continúan alejados de
la banalidad que prevalece en esta sociedad más preocupados por la anécdota que
por las emociones. Momentos guardados herméticamente a la curiosidad de este
sector de ciudadanos a los que sólo les preocupa la anécdota, estar presentes
para señalarse y destacar, ignorando el significado del acto en el que
participan. La nada por el todo.
Se hizo el silencio en la zaguán. Llega la hora, regálate y
regala esos instantes que se citan atrapando el umbral de los corazones, una
voz solemne comenzó la oración que Tú debes continuar en esta ciudad tan
Mariana. La invocación no es solo un momento, es un sentimiento, la sencilla plegaria,
se adueña de nuestra voluntad y, como un eco, lleno de fuerza que taconea a
golpe de segundos y suspiros que ya no vuelven. El (tac-tac) de un zapato
flamenco es tan intenso, como todo esto que te cuento. Tan intenso como el interés
que siempre buscas. Sin saber que el problema en esta vida, es saber resolver y
encontrar, los momentos. Desliza suave esos zapatos y mézclalos con la
nostalgia de tu interior, hasta convertirse en la sorpresa silenciosa jaculatoria
más bella, por la dulzura del momento.
Atrévete
a sentir y buscar los ritos Sevillanos y sus actos, bañate en ellos con
verdadera pasión por vivirlo. Crea algunos de ellos con pinceladas de lo añejo.
Pidele a los de Oriente que te bañen con esa gracia para el próximo año y mucha
Salud.
Es hora
de golpear en seco sobre el mejor tablao que existe para la fantasía. La vieja Híspalis
te espera, y los de Oriente vuelven a Sevilla para que todo se convierta en
realidad. Que el dulce (tac-tac) te innove vibrar tanto para encontrarte y
reencontrarte con mil tradiciones de nuestra tierra que te hagan brillar el
alma durante los próximos 365 dias del año.
Ayer fui testigo de un hecho excepcional, inusual ya en esta
ciudad a la que hemos desahuciados por momentos de sentimientos, a la que hemos
vulgarizado descubriendo secretos que debían permanecer ocultos o quizás protegidos
con más intimidad. Hay que seguir buscándolos
o creándolos para profesar lo que creemos. Anoche tuve el privilegio de apreciar,
hallándome en favorecido de lo que se adormecia.
Por supuesto no voy a descubrirles éste. Pero hay vil maneras de
encontrarlos, vil días para buscarlo. Honorable Sevillania, digna de ser
honrada por sus nobles y misteriosos días.
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