Coronaba el aroma las damas de noche hasta
copar los rincones vecinos en Sevilla. Maravilla de fragancia en esta época
rezagada cuidadosamente, escalando por los muros y paredes con primor, siendo la primera caricia en el
rostro liviano de estación veraniega que da otra impronta de la ciudad. Como un
hijo recién nacido, atrapando la cal, aferrándose a la necesidad de la
supervivencia succionando sus esencias minerales para luego eclosionar cada noche
su fragancia. Con San Juan en el santoral, príncipe del cristianismo: es el
único santo del que se celebra el nacimiento y no la muerte. Su fiesta, con
ello la llegada del verano, el 24 de junio, es una fiesta solar, de
luz y de fuego, donde todo se renueva. Decantación de los más antiguos ritos de
la humanidad.
Sevilla en verano da una versión autentica de
vida. Otras ciudades quedan desiertas, las mas costeras apabulladas. Mientras
la antigua Hispalis balancea la esencia con unas mañanas luminosas llenas de
tranquilidad, un siesta con sabor del sur Andaluz y cuando cae la tarde, gana
la batalla al calor y repuestos las calles catadas por regatos de juventud que
salen por las bocanas de los callejones con alegrías que se postraban en el ambiente
y asediaban al silencio. La ciudad respira diferente en los días veraniegos,
alejándose de penas y llantos, dibujando sombras morunas en los espacios del
alma.
El rio, aura, brisa y fragancia, sacuden el
ardor donde eclosionan los sentidos, porque renuevan la ilusión y mantienen en
vilo las emociones. Lejos, los
recuerdos duermen envueltos en la niebla
del otoño, descansa la tibia tarde de noviembre y la madera esculpida de
cualquier siglo, dando color a la tarde piadosa, cárdena y violeta.
Sevilla siempre mantiene un protocolo que los
antiguos del lugar siempre osan a romper ataviados con camisetas de tirantes,
aireadas con pequeños orificios que le conferían un aspecto de saludable
frescura, en su silla de enea en la puerta. Estampa de otras décadas aun
conservada. Sin concitar recelo, con esa estampa de barrio, podemos decir que
estamos en tiempo de glorias. Y que la Real Maestranza de Sevilla, desnuda su
juventud con jóvenes novilleros que juegan a ser toreros del mañana.
Es tiempo de salir a la calle
y con tus seres queridos o amistades hacer recuento de crónicas y heroicidades
u honores prendidos que desatan el
desastre. Se acerca Julio con nuestra Virgen del Carmen los días 10, 15, 16, 18
mes Carmelita por excelencia,
procesionan por las calles de la ciudad de Sevilla numerosas imágenes que toman
esta advocación. Pero a pesar de esto, cabe destacar que numerosas parroquias
de la Diócesis guardan bajo sus techos, cúpulas y bóvedas tallas desconocidas.
Por otra parte, hay otras que solo pueden verse en altares escondidos en sus
parroquias, imposibilitando que la feligresía pueda admirarlas, pasando a un
segundo plano o casi al olvido. La advocación de Carmen está ligada al mar, a los pueblos
costeros, pero, ¿de dónde viene la tradición en Sevilla de estas devociones de
las Vírgenes del Carmen?.
Nos remontamos a tiempos muy antiguos,
cuando la ciudad de Sevilla se convirtió en centro neurálgico por tener un río
navegable, el Guadalquivir, que destacó en el comercio, sirviendo también para
la llegada de los navegantes de otros lugares que procedían de zonas costeras
cuya guía y protectora era la Virgen del Carmen, pero que por distintas
circunstancias tuvieron que establecer su residencia en Sevilla, lejos de su lugar
de origen y comenzando a rendirle culto en la ciudad.
Mientras la
ciudad como si un esparcimiento de niños
siguen en el ajetreo de los juegos, inmiscuidos en sus fantasías, con unas
novilladas nocturnas que serán todos los jueves del mes de Julio a las 21.30
con entrada de precios populares y el publico puede entrar con comida y bebida
para pasar la velada. Recordando que la final de las sin caballos para estos
jóvenes coincide con la Velá de Triana en todo su color. Y mientras, cogido de
la mano de mi abuelo o en el recuerdo del mismo, camino de la senda que nos
conduce a las tradiciones veraniegas, para ver la cartelera, rasgo el velo de
mi inocencia con el fragor aromático de las damas de noche, jazmin, hierbabuena
y azucenas se va quedando en el rezagado verano vivido. Los antiguos guardan
sus silencios y reposan en las eneas sus miradas cabizbajas. Frente a las
iluminadas sonrisas que callejean la ciudad en el revuelo de niños porque
mañana hay novillada y nos espera la Virgen del Carmen o la Abuela de Triana
Santa Ana.
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