Antaño se escuchaban soleares por
doquier, en algún rincón de Sevilla, en especial Triana. El flamenco sigue
estando presente en el día a día de la ciudad, ahora encorsetado como el propio
centro de la pretérita Híspalis. No se
conserva con la gracia de tiempos lejanos, una vez más demostración de
novelería de esta tierra, que olvida tan rápido como quiere. Y de un turismo
gigantesco que se está comiendo la tierra de la gracia.
Error que tiene el Sevillano dejar
morir en ocasiones, partes de nuestro legado. Caprichoso y antojadizo no
recuerda que, Cirios somos y en
cirios nos convertiremos, y sin embargo a muchos les produce alergia banal
situarse en las filas penitentes, siendo
nazareno anónimos como siempre fue Sevilla, si no van acomodados en las
presidencias y llevan el oro de las varas prendidos a sus manos. Hecho real que
se puede extrapolar a cualquier campo de la sociedad actual.
Se ha convertido el centro de la
ciudad en un museo, donde la abuela del barrio poco a poco dejara de visitar a
los titulares de su hermandad cuando venga de la compra. Desapareciendo el
culto, razón fundamental para la vida del barrio. ¿Está cambiando el concepto
cofrade religioso y no nos estamos dando cuenta? ¿estamos en la última década
de un cambio de concepto religioso?.
¿Se debe recuperar el sentido
original? Esta claro que la ciudad duerme el olvido, buscando la modernidad.
Cada vez buscando nuevos senderos difíciles de recuperar en los ritos de la
ciudad.
Se perdieron los patios de comedias que daban vida al centro,
representaciones teatrales que hacían de espejo para la sociedad y el
entretenimiento. Quizás con esas comedias… los que mandan en plaza nueva no
hubiesen entragado la ciudad al turismo. Me acuerdo de otras procincias hermanas
como tienen su tradición y la conservan como paño en oro. Aquí como tanto hay,
que sobra de todo, se deja rebosar en el vaso de las riquezas cayendo al
abandono. Hace falta esos corralones como los que había en la calle Mateos Gago
y Alcazares, sus teatrillos y gente sevillana.
Que el cirio se siga cogiendo de
forma anónima, y que la expo del 92, esa ciudad fantasma, le den vida moderna para no
colapsar el centro y que los vecinos del lugar puedan seguir haciendo vida de
hermandad.
Recuperar que en las plazoletas
sigan jugando los niños al toro, sin complejos, para soñar torear una noche de
verano en la Maestranza en las nocturnas sin caballos del ciclo Baratillero.
Hay tanto por recuperar. Que todo queda en el descuido. Mirándose en el espejo
de una ciudad de lo que fue. Y no de lo que es.
Querido nazareno anónimo, con amor
y devoción, coge fuerte tu cirio y no dejes morir tu legado. Recupera las
tradiciones que se perdieron y que la política respete la personalidad de la
ciudad. Categórica de nuestro sentir para no ser un punto más de Europa por
visitar como si fuese Venecia.
Penitente
desconocido, deshila tu concebir de tradición, en tu cirio va prendido; Las
letras del Pali, el cante por soleares, las comedias de Lope de Vega, San
Fernando, los Seises, magnolias, azahar, los calentitos del postigo, Carmen, el
Alcázar, Pura Concepción, heraldo, Cristóbal Colon, el cielo azul, el paseíllo
maestrante…y algún que otro nostálgico quiere recuperar todo el legado de
Sevilla…empezando por sus 19 puertas o postigos que amurallaban la ciudad. Tal
vez el comienzo para recuperar el centro lleno de turismo, ardua labor de miles
de nazarenos anónimos.
Que con su cirio de verano, empiezan a andar hacia una
nueva cuaresma. Para recuperar la gracia y chispa en cada esquina de nuestra
tierra como Antoñito cofradías, con aquella conferencia del Ateneo, donde él
sentado entre el publico se levanta, avanza por el
pasillo, se va muy serio a la mesa del mismísimo don Esteban Bilbao, y tan
campante se bebe el vaso de agua del conferenciante. El orador calla. La sala
enmudece. Y se vuelve Antoñito al público, y da el más verdadero discurso que
se pronunciara nunca en el Ateneo:
--¡Es que estaba fritito...!
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