viernes, 1 de diciembre de 2023

Ralentiza Sevilla

 A contraluz el bisel de luna, la brisa billa en fragua naranja de doncella. El tacto se hace caricia mudéjar. Resbala el prisma en pura gracia, molde de torre con semilla  donde el espejo brilla en fantasías. Alma torera contornando la parábola que replica el desmayo de cintura, haciendo místico el lugar con sus aromas.

¿Pero y el tiempo? ¿Cuánto dura la eternidad? ¿Cómo se mide la felicidad? ¿Cómo se calcula? El tiempo es un disimulo que se manifiesta de maneras extremas, que nos hace vencer o morir en la contemplación o en la espera. El tiempo es un fogonazo en la grandeza del universo o una eternidad en el dolor. El tiempo se ralentiza mientras descubrimos los ojos nos miran con amor o se volatiliza cuando recibimos el primer beso de los labios que añoramos. El tiempo es desesperación cuando vemos cómo se marcha el ser que nos dio la vida o se desintegra en el espacio cuando recordamos el apriete nuestras manos guiándonos en la infancia. Tiempo y mundo un lugar seguro y dichoso si se habla de Sevilla. El tiempo se dilata la pasión y se encoge en la dicha.

Llega diciembre con las usanzas de otros tiempos. Siempre que llega nos trae la misa acción de gracia de los toreros y por la vejez del toreo en la capilla del Baratillo, dando gratitud por una temporada que se marcha y con la ilusión de espera de un nuevo ciclo 2024 donde en este mes la empresa Pages siempre confirma elenco ganadero para dicho periodo primaveral.  

Tiempo de nuevos acuerdos apoderados del toreo como es el caso de Escribano con Tauroemocion o el novillero revelación con la empresa Pages. Con diciembre llega el cierre del Aula Taurina y la buena noticia que el ayuntamiento de Sevilla recupera el premio Taurino Ciudad de Sevilla. Pero si hablamos de diciembre es donde se para el tiempo en el cumpleaños del maestro eterno Curro Romero cumpliendo 90 años.

En este mes donde las hermandades de Sevilla organizan zambombas, cartero Real, Heraldos y afluencia de eventos para festejar la llegada del Hijo de Dios.

Mes de la Inmaculada, de tunos y barrio Santa Cruz. Mes de tradiciones.

Todo mientras esperamos al 18 de diciembre para que Sevilla se llene de Esperanza.

No tiene explicación, ni nadie se obstina en buscarla, esta alteración del alma cuando llega, cuando se aproxima, cuando te mira, cuando te ríe, cuando responde a tus súplicas, cuando respira a tu lado, cuando se marcha y ya la vida se va tras Ella. Ocho segundos que son capaces de retener la eternidad. Ocho segundos que suscriben los mejores salmos y las más bellas odas en la memoria. Ocho segundos que se prolongan en la nostalgia y en el recuerdo. Ocho segundos que destapan lágrimas que corren en busca de la bienaventuranza que se muestra bajo la corona invisible y el terciopelo y el oro del manto que La protege. Ocho segundos es lo que tarda en pasar la Virgen de la Esperanza ante quienes llevan horas esperando, secuestrados por el ansia de un encuentro que se resuelve en la precariedad del tiempo.



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