A contraluz el bisel de luna, la brisa billa en fragua naranja de doncella. El tacto se hace caricia mudéjar. Resbala el prisma en pura gracia, molde de torre con semilla donde el espejo brilla en fantasías. Alma torera contornando la parábola que replica el desmayo de cintura, haciendo místico el lugar con sus aromas.
¿Pero y el tiempo? ¿Cuánto dura la eternidad?
¿Cómo se mide la felicidad? ¿Cómo se calcula? El tiempo es un disimulo que se
manifiesta de maneras extremas, que nos hace vencer o morir en la contemplación
o en la espera. El tiempo es un fogonazo en la grandeza del universo o una
eternidad en el dolor. El tiempo se ralentiza mientras descubrimos los ojos nos
miran con amor o se volatiliza cuando recibimos el primer beso de los labios
que añoramos. El tiempo es desesperación cuando vemos cómo se marcha el ser que
nos dio la vida o se desintegra en el espacio cuando recordamos el apriete
nuestras manos guiándonos en la infancia. Tiempo y mundo un lugar seguro y
dichoso si se habla de Sevilla. El tiempo se dilata la pasión y se encoge en la
dicha.
Llega diciembre con las usanzas de otros
tiempos. Siempre que llega nos trae la misa acción de gracia de los toreros y
por la vejez del toreo en la capilla del Baratillo, dando gratitud por una
temporada que se marcha y con la ilusión de espera de un nuevo ciclo 2024 donde
en este mes la empresa Pages siempre confirma elenco ganadero para dicho periodo
primaveral.
Tiempo de nuevos acuerdos apoderados del toreo
como es el caso de Escribano con Tauroemocion o el novillero revelación con la
empresa Pages. Con diciembre llega el cierre del Aula Taurina y la buena
noticia que el ayuntamiento de Sevilla recupera el premio Taurino Ciudad de
Sevilla. Pero si hablamos de diciembre es donde se para el tiempo en el
cumpleaños del maestro eterno Curro Romero cumpliendo 90 años.
En este mes donde las hermandades de Sevilla
organizan zambombas, cartero Real, Heraldos y afluencia de eventos para
festejar la llegada del Hijo de Dios.
Mes de la Inmaculada, de tunos y barrio Santa
Cruz. Mes de tradiciones.
Todo mientras esperamos al 18 de diciembre para
que Sevilla se llene de Esperanza.
No tiene explicación, ni nadie se obstina en
buscarla, esta alteración del alma cuando llega, cuando se aproxima, cuando te
mira, cuando te ríe, cuando responde a tus súplicas, cuando respira a tu lado,
cuando se marcha y ya la vida se va tras Ella. Ocho segundos que son capaces de
retener la eternidad. Ocho segundos que suscriben los mejores salmos y las más
bellas odas en la memoria. Ocho segundos que se prolongan en la nostalgia y en
el recuerdo. Ocho segundos que destapan lágrimas que corren en busca de la
bienaventuranza que se muestra bajo la corona invisible y el terciopelo y el
oro del manto que La protege. Ocho segundos es lo que tarda en pasar la Virgen
de la Esperanza ante quienes llevan horas esperando, secuestrados por el ansia
de un encuentro que se resuelve en la precariedad del tiempo.
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