lunes, 30 de enero de 2023

La Ciudad en Cuaresma

 


La ciudad es en cierto modo un metodo conjunto de vinculos perfectamente labrados. En la Semana Santa, se da siempre entre el alma y el tiempo. Espacio y arquitectura. 
¿Te gusta la ciudad que gota a gota labra el sentimiento del alma?
¿vistes los sueños y rostros hechos caminos y que el aire con su brisa fragua?
¿has visto el azul cielo con su luna giganta donde se dibujan sus callejones?
¿has besado con los dedos las espinas que coronan el amor de nuestra pasion?
¿dibujastes los silencios que envueven la magia de sus rincones?
Solo los besos que aqui reinan, bajo la honda barda delicada de nuestras remenbranzas, se hace espejo para la humanidad.
Ya lo dijo Chaves Nogales que Sevilla hizo de su propia vida una forma de religion. Con atardeceres inolvidables que hacen del misticismo su maxima expresion.
En breve se viviran los 40 dias y 40 noches mas esperadas del año para la vida del sevillano. Empieza la cuaresma.
Las ausencias, los grandes huecos dibujan el vacio del recuerdo. Todo esta aqui como cenizas de un gran fuego. Nuestras vidas rescoldos de nuestra existencia. La soledad luz de espanto, como un fantasma sin materia. Toda luz en una voz remota que dibuja el panorama con sus formas. Angulos geometricos como salobres con sus curvas y abiertas. ¿tanta luz? dibujando la muerte como sortijas en el tiempo de espera.
Mientras nuestro amor esboza el olvido. Estancia con una luz que araña el alma. La esfera de la noche a un nuevo amor nos llama, como rosa de lo eterno nos amarra, sabiendo que somos la dicha de su cielo. En el patio sigue sonando la fuente con su agua y el corazon de una casa donde los postres cuaresmales dibujan la sonrisa de la familia. Yo queria, sin arañar los aires, sin herir las hojas ni mover los cristales del tiempo seguir navegando en la ribera dulce de mis adentros. Donde apareces en mi dulce pecho como alma navegable de mis cuaresmas. Dejame pasar de nuevo la puerta donde el secreto es un alfiler de ensueño. Como algo efimero en el rincon mas lucido de la brisa que todos quieren.
Si esta ciudd nos da una sensacion inefable, es porque se ofrece toda entera a una sola mirada.
Por eso viene bien recordar y echar una vista al pasado, ahora que vivimso tiempos muy raros. Saber de donde venimos y como eran en otros siglos.
Las cofradías no tenían sitio en la mentalidad ilustrada del siglo XVIII. Al menos, el concepto de cofradía barroca heredado del siglo XVII, procesiones en las que existían la disciplina en forma de flagelos sobre espaldas desnudas de penitentes, la oscuridad de la noche como escenario de cortejos con la única luz de las velas o el antifaz de nazareno, una garantía del anonimato del penitente que se mantenía desde siglos pasados. Elementos que en la mentalidad ilustrada se entendían como rasgos de superstición que se combinaban en un escenario de especial peligro, la noche y el rostro cubierto, conceptos absolutamente contrarios a las nuevas ideas de razón, de luces y de higiene. Razón frente a devoción. Imposición de las ideas del poder frente a las ideas del pueblo.
Despotismo cofrade: “Todo para el cofrade, pero sin el cofrade.”  
En el último tercio del siglo XVIII, ilustrados como Jovellanos ya habían clamado contra las hermandades y su necesario control, siendo expresivas las palabras de Campomanes contra las cofradías que “con sus abusos han derivado en una especie de antigualla supersticiosa en las que el demasiado consumo de cera, funciones de pólvora, comilonas, vestidos de los hermanos mayores y mayordomos, están clamando por una ley suntuaria que, reduciendo la devoción de los fieles al espíritu del Evangelio y de la tradición de la Iglesia, reduzca a estas congregaciones a un número moderado y a la debida observancia”. Reducir y controlar. El mismo Asistente Pablo de Olavide ya había tenido sus primeros roces con las cofradías en 1768, cuando limitó la presencia de cofradías en las calles al prohibir el horario nocturno, en un año que acabaría teniendo catorce cofradías en la calle.
Ilustración del libro de reglas del SIlencio de 1803
La gran prohibición llegó con la normativa de Carlos III en 1777, una Real Cédula en la que se prohibían los disciplinantes, los empalados y los penitentes de sangre “ni otros espectáculos semejantes, debiendo los que tuviesen verdadero afecto de penitencia elegir otras más racionales y secretas y menos expuestas”.  A estas disposiciones se añadirían otras en las que se suprimían los horarios nocturnos de las procesiones, “saliendo a tiempo de que estén finalizadas ante de ponerse el sol”.
También la incorporación de otras disposiciones eclesiásticas de aquel año 1777 encaminadas al orden procesional: “túnicas proporcionadas a los cuerpos, demandantes de limosna con juicio y prudencia, en ningún caso jóvenes, prohibición expresa de llevar el rostro cubierto, limitación a tres del número de trompetas…” 
La investigadora Rocío Plaza Orellana, en su libro «Orígenes modernos de la Semana Santa de Sevilla» ha analizado el complejo proceso que se inició en este año 1777 por parte de las cofradías. Explica la historiadora su sorpresa ante la reacción “de las cofradías ante la nueva legislación restrictiva: muchas fueron acatando solo lo que les convenía y muchas de ellas orillaron las disposiciones ilustradas”.
Algunas hermandades fueron especialmente celosas en resistirse a la prohibición del horario nocturno y del antifaz de nazareno, consiguiendo ese año la autorización de salir en la madrugada las hermandades de Jesús Nazareno, (Silencio) y del Gran Poder. Fueron las dos hermandades que antes consiguieron recuperar las túnicas de nazareno como hábito penitencial. De hecho, en los años siguientes eludieron los horarios diurnos con normativas ambiguas en un proceso que la profesora Rocío Plaza ha bautizado como la “invención del alba”, ya que era el ambiguo término que indicaban las hermandades para intentar ocultar que, realmente, saldrían de noche.
Una conquista del horario nocturno al que pronto se sumarían las hermandades de la Carretería y de la Macarena. En los años siguientes, la actuación de influyentes personalidades del ayuntamiento y los procesos abiertos por algunas corporaciones, permitieron la progresiva aceptación del antifaz de nazareno en sustitución “del traje de serio”.  La superación del pleito entre las hermandades de la Carretería y el Gran Poder en 1797 supondría la apertura del horario de la madrugada, acuerdo del que se acabaría beneficiando la hermandad de la Macarena.El palio de la Macarena en el siglo XIX / GRIMA
Años en los que la imposición de la aprobación de reglas por el Consejo de Castilla, desde Madrid, constató la solidez de las corporaciones en conseguir su nuevo marco jurídico: Servitas (1779), Silencio (1783), Gran Poder y la O (1786), San Isidoro (1788), la Cena, Columna y Azotes y Carretería (1790), Oración en el huerto (1792), Sentencia, San Bernardo y Mortaja (1793), Vera Cruz (1804), Santo Entierro (1805) o Pasión (1808) aprobaron sus nuevas reglas. La hermandad del Amor, también a comienzos del siglo XIX, se rehacía y recuperaba sus nazarenos como santo y seña. Los nazarenos y la noche se habían salvado. La sangre de los disciplinantes pasó a la historia.


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