Por el ventanal donde se asoma la
celosa belleza, traza una fugaz perfección que comienza a
sentirse como eterno, cuando los hechos se perpetúan en la memoria para
enaltecer su propio ser, su propio entendimiento, ahi comienza a cimentarse la
palabra Sevilla sobre historia de la nostalgia. Es una realidad que se repite
en su lindeza, en la solemnidad de los mensajes y las situaciones, de una
forma majestuosa hecha de una liturgia
que parece no desvanecer en el tiempo, pararlo y pregonar que sólo el amor, la
Fe y la devoción se mantienen constantes en la evocación.
Ya
paso nuestra Semana Santa y su domingo de Resurrección con su más alto
significado que el Sevillano lo celebra en el coso del Baratillo, con un protagonista
como Juan Antonio Ruiz Espartaco que nos dio sin pretenderlo, el sentir legitimo
de esa Sevilla de los ´80 donde todo era más autentico. Ahora miramos un retablo con estilo diseñado, inspirado en el
Museo de Bellas Artes, es la portada de la Feria 2015 la misma que juguetea con
las ondulaciones de sus diferentes calles forjadas con nombres propios de la
Tauromaquia Sevillana.
Te invito al delirio de este año 2015 en su Feria de
Abril donde con género neobarroco diferentes maestros con gubia y cincel, algún
siglo anterior sin que hubiese pasado el tiempo, harán que gocemos a orillas del Guadalquivir aquella
visión de la misma luminosidad como es una tarde de Toros. La libertad de la
hermosura, haciéndolos aparecer deslumbrantes y fastuosos momentos efímeros que
se quedaran impregnados en el recuerdo.
Resucita la música de tus sentidos y siente el abismo de una tarde de toros,
caudal de una copla, modulación de los arpegios llenos de acordes, inspiración
sinfónica o escultórica que le dan vida como Martínez Montañés se lo dio al
Señor de Pasión donde resuenan para glorificar y exaltar los Dolores de la
Virgen, la Pasión del Hijo. Son esas mismas armonías que van taladrando el
aire, como bálsamo bienhechor, para mitigar el gran drama Sevillano.
Es el mismo aroma que fue posándose en los
recovecos de la más íntima y concisa conciencia de esta ciudad para presentarse
ahora, de improviso, sin avisar, en el flor del naranjo o del limonero que va glorificando
el propio espacio hasta acomodarlo en nuestras fiestas primaverales. Las
grandes obras permanecen ancladas a la belleza. El compendio de la palabra, de
la voz, de la luz, de la música, de las esencias, de la generosidad, de las
oraciones corales, se han conjurado, con su presencia en esta Basílica del toreo, para imponer la solemnidad
que se le imprime al culto taurino. Tal como ayer permanece, no se ha
dejado vencer por la transición de los siglos. Es la victoria del tiempo sobre
los hombres, hijos de Sevilla, da igual de donde fuere, rendidos a sus plantas
ofrendaron tu respeto, como lo harán mañana, el más bello de los cuentos hecho
realidad. Desde el amor a tu tierra, disfruta de sus fiestas, deléitate de tu Feria y ve buscando como cualquiera,
un cielo de farolillos.
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