miércoles, 24 de junio de 2015

El Jardinero



Sigue consumando excentricidades Morante de la Puebla por perpetuar su legado de locuras con afán de: "El loco soy yo". En cada generación hubo siempre algún artista que desarrollaba esta faceta como valor añadido para que el público lo recordara ligado a sus hazañas.
Metáfora aplicable a la tauromaquia, que ocurrió con Dalí en la primera exposición surrealista de Londres. Y, haciendo honor a su reputación, apareció haciendo uno de sus numeritos: luciendo un traje de buzo. El genio comenzó a dar su conferencia ataviado de esta guisa... hasta que le empezó a faltar el oxígeno: la escafandra estaba cerrada y no le llegaba el aire. Al borde de la asfixia, los asistentes consiguieron retirar el casco y salvarle. No lo hicieron inmediatamente porque pensaron que sus aspavientos y movimientos de manos formaban parte del espectáculo, por lo que cuanto más sofocado y más gesticulaba el genio, más fuerte se reían todos. El público se confundió con lo que podría haber sido una tragedia para el artista.
Leyendas que pasaran a la historia como Curro Romero y recientemente fallecido José Mari Manzanares, que no necesitaron nada más de su elegancia, para demostrar su genialidad. Pureza en el alma que a modo de pinceladas eternas, dieron todo su esplendor en la Tauromaquia. Porque el artista debe saber que esta bañado por la brocha de Dios y con ello no descuidar ó desencaminar su autenticidad. Buscar nuevos caminos es la ley del genio, pero no perderse en ellos sin necesidad, sabiendo que su obra como legado puede perder su sello. Quiero sentir el vértigo perdido de aquello que era distinguido y selecto con sus pequeñas gotas de magia y duende, para que el toreo se siga alimentando de esos toreros con garbo que buscaban la originalidad.
Las rarezas comerciales, y eso se ve, lo siente el publico al momento como ridículas, vánales y fácil de interpretar con algo que no era necesario o si. Según quien lo interprete. Lo claro y evidente es que las genialidades mas chifladas son aquellas que están en el marco perfecto y no pretender ser interpretadas, sino desarrolladas por su autor, en un arrebato de pasión maniática. Todo suma y cada cual a su manera. Pero José Antonio Morante de la Puebla debería rodearse de asesores mejores y el mismo vislumbrarse de no perderse por el camino de sus pequeñas o grandes locuras y si deberse más a su profesión. Pues por ejemplo aquí en Sevilla, el de la Puebla; a su edad todavía no ha abierto ninguna Puerta del Príncipe. Cuando otros toreros con una esencia más pura, lo han hecho en varias ocasiones. Mientras tanto sigue como jardinero y mil facetas mas, problema pues para todos, pues lo fundamental es que la afición lo sigue esperando y que realice de verdad su buen toreo.

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