Dime tú... ¿como te espero?
En silencio o algarabia
buscandote o soñandote
rezando u orando
perfilando y trazando
en la inmensidad o tempestad
melancolico o en fantasia
con energia o gratitud
en la promesa o pasion
Sevilla el color ha brotado de ti, arde la alegría en tus patios y el portal angosto largo te guía donde el encanto se hace sortilegio. Y las rejas floridas, cruz y cancela recibieron heridas del arquero que vela a la Giralda como cualquier anonimo centinela de esta ciudad.
Una Esperanza que reina en esta ciudad, contando los besos que te han dado. Las noches en las que se pierde un te quiero. ¿se puede vivir si ti?
Corren buenos tiempos para las vanguardias y la transgresión, para lo desafiante, para lo no litúrgico o para lo ceremonial. No corren buenos tiempos para lo eucarístico, que no por ello religioso. No hay espacio ya para lo incómodo o lo desafiante en esta sociedad de espacios protegidos. No corren buenos tiempos para las tradiciones.
Precisamente por ello, urge más que nunca defenderla. No únicamente por nuestra manera en sí, sino también por lo que representa.
Están las visiones pasadas de un Cernuda que desmitifica, un Bécquer que cuestiona, un Antonio Machado que descubre la Sevilla fuera de mapas o calendarios y que se enfrenta a la Semana Santa desde su filiación liberal y republicana con sus presupuestos krausistas.
Un Chaves Nogales que, con la lúcida ironía de sus crónicas, desmonta el espectáculo o un Cansinos Assens que acierta a narrar la esencia mitológica que conecta la fiesta con lo pagano.
Una Semana Santa ajena a la apropiación del nacionalcatolicismo y la beatería para rozar las fronteras del delirio.
Como así también ocurrió en el toreo en el pasado siglo, ejemplo de ello el cordobés y grandes figuras que escandalizaban a los puristas. Ahora todo debe ser muy correcto y nada transgresor.
Contradiciones de la vida.
La vida debe avanzar y romper moldes, pero seguir apostando por nuestra cultura, tradiciones y ritos.
Los martillos en el yunque desgarran la voz flamenca, donde Triana acaricia una media verónica. ...y que no se pierdan nuestros cantares...
Aroma, canto, saeta, júbilo, oración, profunda sabiduría sin norma.
Sencillez que nada oculta.
Sevilla, gracia pura.
Luz de la tarde dormida. Jazmín de novia. Amor desmedido en la claridad de una noche que busca sus llagas y de forma oculta las heridas pregona este romance que se hace efimero y eterno de por vida.
A contraluz seguir soñando con el peso de la distancia, de un amor que invento en ángulo recto, directo al corazon, como epilogo de los jazmines que añorabas en tus sueños.
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